Levanta vuelo la Mariposa en el agua… no el vuelo que quisiera realmente, pero sí el que ha estado ocupando mi cabeza y mi corazón durante las últimas semanas. El desafío inicial fue el nombre. El primero que escogí se me hacía bien largo, pero también bien propio y tenía que ver con la poesía del tarijeño Octavio Campero Echazú, Porque van diez años que dejé de mi tierra. ¿Quién iba a decírmelo? Contaba yo con escasos 12 años cuando declamé con sentimiento aquellos versos; vestida de blanco y nervios escénicos en mi Oruro natal.
No recuerdo exactamente qué hice el 21 de octubre de este año –¡horror!, la agenda de ese jueves está en blanco–; pero sé perfectamente dónde y qué estaba haciendo el 21 de octubre hace nueve años: cerrando las maletas en mi dormitorio y abriendo las alas acurrucadas en mi espalda, emprendiendo un vuelo que todavía no se acaba y cumpliendo un sueño que tenía tiempo macerando. Han transcurrido nueve largos años desde entonces, fuente inagotable de recuerdos, de vivencias y de historias que tanto me han hecho reír como llorar, que me han enseñado a crecer, a ganar y a perder, a luchar. Se ha hecho bien “contable” esta casi década de aleteos, así que de eso se trata, de echar a volar la memoria y de compartirla con quien desee acompañarme.
Aunque el aleteo primero de esta Mariposa no se inició el mismo 21 de octubre de 2010, la vida es tan generosa y las casualidades tan cómplices, que quiero agradecer a mi abuelo, Humberto "Cóndor" Villegas, por haber nacido en un día como hoy hace ya 103 años, segura de que su imponente vuelo acompañará el aleteo incansable de esta mariposa-nieta a la que nunca pudo conocer.
Vuelvo al título para agradecerle también a mi amiga, Antonieta Medeiros, por la maravillosa ilustración con la que mi bitácora se viste y gracias a la cual he podido bautizarla dignamente. Gracias, Anto, por inspirarme primero para las Mariposas en el agua que Mi voz, mi palabra ha sabido cobijar.
Y vuelvo a mi vida, a las profundas raíces que mi progenitora supo cultivar y de las cuales florecieron dos coloridas alas que siempre me permitieron volar. ¡Gracias mamá!
¡Bienvenidos/as y gracias por estar!